es
simplemente
lo que está sucediendo
en este lugar,
lo que está sucediendo
en este lugar,
en este momento
Basho.
El haiku: poesía de la sensación.
Breve, sugerente, inasible. El haiku es una unidad
poética mínima en la que se prescinde de lo accesorio: unas pocas palabras
bastan para transmitir el mundo y las emociones que contemplarlo despiertan en
el poeta. Tres versos consiguen una acción de evocación y eternidad valiéndose
de una fugaz imagen. Causa, potencia y efecto en un
artefacto de delicada belleza.
El haiku es una forma poética compleja y casi perfecta
que en la brevedad de sus diecisiete sílabas concentra la belleza, la eternidad
y lo inasible del universo. Esta brevedad es capaz de amplificarse hasta el
infinito, ya que sus versos son capaces de construir tantas sugerencias como
lectores haya.
Así,
el haiku intenta abordar el sentido del mundo y de la
naturaleza en una sola imagen, donde el objeto y el sujeto se funden en la
unidad indisoluble de la sensación. En este sentido, el estudioso de la cultura
japonesa habla de una visión intuitiva de la realidad. Esa visión tiene su
forma en una imagen que suele ser una parte de un todo (por ejemplo, la flor es
sugerencia de primavera), y ésta deviene en una iluminación o satori que
se muestra espontáneamente ante el poeta, que no busca el reflejar la belleza
de las cosas, sino más bien su significado, la parte que juegan en el
conjunto. El haiku expresa lo particular y deja entrever lo universal,
recreando la verdadera imagen de la naturaleza en la mente del lector, tal como
fue experimentado por el poeta.”
Por sendas de montaña…
De sus viajes surgen sus mejores poemas, que plasman la observación de la naturaleza que le odea y celebran la visión de la vida. Partiendo de formas anteriores como el waka o el renga, Bashō optó por una forma del haiku ligado a la sencillez.
La belleza y el mundo que Bashō percibe brotan de
experiencias concretas como imágenes o visiones pictóricas. De este modo, el
poeta es capaz de mostrar una parte de la naturaleza (imagen) que actúa como
parte de un todo, evocando una serie de sensaciones, como el recuerdo a partir
de la contemplación de un cerezo (“Recuerdos varios/ vas trayendo a mi
mente,/ cerezo en flor”).
Era
inevitable que una figura poética tan colosal como la de Matsuo Bashō
(1644-1694) no inaugurase una colección de maestros del haiku. Nacido y
educado como un samurái, con una esmerada formación en clásicos chinos, zen y
doctrinas de Confucio, el poeta, a la muerte de su señor feudal, decidió
convertirse en monje itinerante y dedicarse a la composición de haikus, dando a
esta forma poética un estatus que hasta entonces no había tenido.
Referencias: Matsuo
Bashō, Por sendas de montaña (traducción y selección Fernando
Rodríguez-Izquierdo), colección Maestros del Haiku, Gijón, Satori, 2013, 160
páginas.
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