La idea de cómo quedaría no paraba de dar vueltas por mí cabeza, cuando… sin tener todavía
muy claro su diseño, decidí comenzar a escoger los papeles con los que la decoraría,
eso en muchas ocasiones me había ayudado a inspirarme. Al comienzo, esta pequeña libreta como la mayoría de las que he
hecho no tenía destinatario, ya que a diferencia de otras fue ella quien terminó
por buscar a su dueña, que resulto ser, una persona especial y muy singular.
La he
llamado “In Paris, With love!” por su portada.
A medida que iba dando vida a esta nueva creación, solía pararme e imaginar cómo sería esa persona a la que terminaría perteneciendo, que trato le daría y lo más importante si sentiría el mismo cariño que yo por ella. Porque aunque parezca mentira al ir diseñándola y dándole forma, se va creando un vínculo especial entre ella y yo, algo difícil de describir, que hace que cueste desprenderse de ella.
Quizá,
por eso deseaba de corazón que toda ella pudiera servir de inspiración y lograr
así, que su nueva dueña anhelara escribir y compartir en sus páginas todos los
pensamientos y secretos que surgen en momentos especiales de nuestra vida. Como
me suele ocurrir a mí.
Recuerdo
que desde muy pequeña ya me encantaban las libretas, al principio no sabía
nunca que escribir, casi siempre eran dibujos. Es más, cuando ésta era muy
bonita aún me costaba mucho más comenzar a usarla.
Después
pase a escribir todo tipo de frases bonitas que me llamaban la atención. Más
tarde esas frases fueron sacadas de todo cuanto leía en esos momentos,
eso fue en mi época de lectora empedernida. No es que ahora no lea,
porque a decir verdad es otra de mis grandes aficiones, sin embargo ahora
soy más selectiva.
Y
hablando de leer….Recuerdo apropósito de anotar todo en libretas, que después
de un tiempo haciéndolo,
llego por causalidad a mis manos el libro “El
Mundo Amarillo” de Albert Espinosa. En el que al leerlo, me sorprendió
en muchos aspectos y a la vez me vi algo reflejada, aunque imagino que como
mucha gente aprendí enormemente con él. Casi siempre tengo conmigo libretas, quizá no el número exacto de diez como él propone pero, me encantó
ese nuevo planteamiento e hice mías algunas de sus sugerencias. Claro que no
fue lo único que me llamó la atención de ese interesante libro, pero eso lo
dejo para otra ocasión.
Luego
llego la fase en la que mis libretas me servirían como vía de escape a todos
mis conflictos internos y externos, a todas mis dudas existenciales y
frecuentes preguntas sin respuestas. En ellas terminaría escribiéndolo
todo, aquello hacía que me sintiera muy bien, fue como una terapia para mí.
Después llego la etapa más bonita y la que más me gustó, las libretas y yo
compartimos mis primeros escritos en forma de pequeños cuentos, ese tiempo fue
increíble, llegué a publicar un cuentecillo junto a dos amigas, aquella
experiencia fue muy gratificante y merece ser explicada con más calma, por eso
será en otro momento.
Y…
regresando al presente, si tengo que deciros la verdad, de un tiempo aquí tengo
parcialmente olvidadas mis libretas, apenas he escrito en ellas aparte de algún
que otro sueño en mi diario de sueños o algún pequeño conflicto. Pero en
realidad nunca he llegado a olvidarlas, simplemente aparque un poco la
escritura, al comenzar con la fase de las manualidades pero aún y así
siguen presentes, ya que en ellas hago la mayoría de dibujos y
diseños de las cajitas que decoro.
Pero
ha sido al tener nuevamente libretas en las manos cuando me he dado cuenta de
que están creadas en realidad para algo más especial. Con cada una de
ellas he podido sentir cuanto echo de menos la magia de escribir… esa sensación
que se crea entre el alma, el lápiz y el papel es algo que te envuelve y te
transporta a otro mundo donde todo es magia que si dejas que
te guíe puede sorprenderte gratamente.
Hasta
pronto…