MELANCOLÍA
Me gustan estos amaneceres
otoñales, fríos y lluviosos y tristes que arrastran a la noche con ellos,
sin dejar que la luz del sol alcance al día.
Me gustan y quizá sea, porque los puedo ver desde otra perspectiva. Desde casa, en mi cuarto, tomando una infusión calentita, inspirada en algo que me gusta. Pero sobre todo sin la preocupación de tener que ir a trabajar en uno de estos días, que aparte de ser climatológicamente nefastos y melancólicos, son idóneos para llevar al más optimista al desánimo más profundo, días preferidos por cineastas para películas en las que, perfectamente se podría grabar el fin del mundo…
Así es como la
mayoría ven estos días.
Pero que puedo decir
en mi defensa…
Que me encantan, que para mí son todo lo contrario, me inspiran
un no sé qué. Desde la tranquilidad los paisajes que se crean llenos de colores
en cualquier parque o jardín, dónde los arboles se limpian de sus hojas después
de haber terminado su propósito, comenzando de nuevo el ciclo…
Sin embargo reconozco
que también arrancan algo de melancolía de lo más profundo de mí.
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